domingo, 12 de junio de 2011

¿Love Story?


-¿Qué me dirías hoy si mañana ya no me volvieras a ver?
Valerie le miró con cara seria, la sonrisa que momentos antes había tenido había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Le pareció una broma de muy mal gusto que Damián le dijera eso cuando se despedían, pero sabía que Damián era así, le gustaban las preguntas, resolver todas sus preguntas por muy mínimas que fueran. Así que volviendo a sonreír le beso con ternura y mirándole a los ojos le dijo:
-No seas tonto, eso no pasará…
Y dando la vuelta se empezó a alejar de él. Apoyándose en el banco él observo como se alejaba lentamente, seguramente con una sonrisa en la boca. Quería decirle tantas cosas y tantas cosas no le podía decir que no sabía si hacía bien en no decírselo, en el fondo no quería preocuparla, pues sabía que se alteraría si sabía que lo que le pasaba era más profundo de lo que ella se pensaba…

“Despídete de los demás, no te quedará mucho tiempo para mas…”

Así de despiadadas habían sonado las palabras de su médico al diagnosticarle un cáncer de pulmón lo suficientemente avanzado como para no poderlo extirpar. Y eso era lo que acababa de hacer, despedirse, despedirse de lo que más quería y en cierto modo era la mejor manera de morir, con la última imagen de una sonrisa y un beso en el que se decían mil promesas. Ya nada le ataba a este mundo y le sabía mal dejarla abandonada, pero en el fondo creía que era lo mejor para todos.
Sus manos comenzaron a temblar y la vista se le nubló, no pudo evitar esbozar una sonrisa y pensar “Hasta pronto, Valerie” pues no era un adiós, ni un hasta siempre, sino que esperaba verla en el lugar a donde fuera a ir tras morir, eso sí, dentro de muchos años. El cuerpo sin fuerza alguna que la sostuviera cayó al suelo, dejando en esa noche calurosa de verano una víctima más de lo que a simple vista parece cruel, la muerte.

-Ya estoy en casa
Valerie ya había llegado a su caso, pero por alguna extraña razón estaba oscuras, ni una sola luz encendida. ¿Qué habría pasado? ¿No habría nadie en casa? Al encender la luz del salón se percató de que unos sollozos salían de detrás del sillón, al lado del teléfono que esos instante colgaba por el cable que lo unía a la red telefónica. Acercándose lentamente descubrió que la persona que se hallaba tras el sillón era nada más y nada menos que su hermana, que tras una amplia cortina de lágrimas le miraba con una tristeza no normal en ella. Pronto el rostro de Valerie cambió y se arrodilló ante su hermana, buscando en sus ojos la respuesta a su llanto.
-Dam…
No hizo falta más, Valerie como movida por un resorte se levantó y empezó a caminar hacia atrás negando con la cabeza, no podía ser verdad, no podía ser verdad, no, no podía…
Sin perder un segundo salió de su casa, dejando tras de sí una niña compadeciéndose de ella, pero al fin y al cabo eso no era verdad, no estaba pasando. Esto era lo que Valerie intentaba hacerse creer a sí misma, que nada ocurría que todo seguía siendo como un cuento de hadas y corriendo con todas sus fuerzas por las callejuelas y callejones de su ciudad llegó hasta el parque donde lo había dejado y entonces…
Luces y luces, blancas, amarillas, azules…luces de ambulancia, luces de muerte. Rompiendo a llorar avanzó entre las ambulancias y coches de policía, no entendía porque estaban allí, aunque en el fondo si lo sabía. Y entonces ya no pudo más, no pudo más al ver su cuerpo, el cuerpo aún caliente de Damián que cubierto con un enorme trozo de papel platino dorado, como en tantas películas había visto, solo dejaba entrever su mano en la que una pulsera, de cuentas rojas, negras y blancas, la adornaba simplemente. Esa pulsera que ella misma había hecho y que con cariño se la había regalado. Ya ni podía mirar pues las lágrimas que caían por su cara eran tantas que le nublaban la vista. A tientas se acercó al cuerpo inerte del chico y esbozando una sonrisa tonta acarició su mano a la par que con la otra destapaba su rostro. Al ver sus ojos cerrados no puedo reprimir más tristeza y sus labios empezaron a temblar, ni siquiera se fijó en la sonrisa que aún se percibía en su cara.
-Lo que te habría dicho es que te quiero, que te quiero más que a mi vida, más que a cualquier cosa en el mundo, me oyes más que a nada, que te quiero…
Su voz temblorosa le hablaba intentando arreglar todo, haciéndose a la idea que nunca más volvería a verlo sonreír, que nunca más escucharía una de sus tonterías y que nunca, nunca más, volvería a escuchar su voz. Lentamente acerco su boca a la de Damián y le besó con ternura mientras una lágrima caí por su cara. “Él querría que fuera fuerte” así que limpiándose su rostro con la manga de la camisa, se limpió la cara y volvió a cubrir la del chico que dormía plácidamente delante de ella, durmiendo en un sueño del que más nunca volvería a despertar. Le miró por última vez y se levantó y sin volver a mirar hacia atrás se fue alejando, con un único pensamiento en la cabeza:

“Hasta pronto, Damián” 



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